Beyond the Hills

Fecha de publicación: noviembre 24, 2012
Comentario

27º FESTIVAL DE CINE DE MAR DEL PLATA. Dos amigas de toda la vida se reencuentran en el convento donde una de ellas parece decidida a quedarse. Lo que sigue es enigmático e imprevisible.

Por nuestro enviado_______________________
El reencuentro de dos hermanas de orfanato: Alina y Volchita. Encuentro sonriente, esperanzado. Porque la primera ya no puede vivir sola en Alemania, y viaja a convencer a su única amiga para que se vuelva con ella, como última esperanza para la felicidad. La hermana Volchita, tal vez de turbio pasado, es sin embargo una monja convencida del camino que ha tomado, y le propone a Alina que se quede con ella en el convento. Que ella ahora la cuidará, como lo hacían de nenas (cuando a su vez, la fuerte y temperamental Alina cuidaba de ella).
Pero a pesar de sus esfuerzos, Alina no se acostumbra a los dogmas del monasterio y se enfrenta al perturbador y ortodoxo mundo. Ve que todo el mundo allí es distinto y sufre una crisis, se siente abandonada, amenaza con suicidarse. Pasa a padecer castigos, ordenes, confesiones obligatorias, que Alina cumple sin muchas ganas, hasta que de repente, harta de la falsedad que la rodea, pierde la compostura y se vuelve violenta. Casi como juego, pone a dura prueba la paciencia del devoto Padre, y viceversa. Rodeada de un conjunto de monjas decorativas, que actúan todas por igual, Alina es considerada poseída por una presencia demoníaca, en un mundo lleno de absolutismos y verdades aceptadas a priori, donde todo gira entorno a la búsqueda exacerbada por el pecado y se habla más de presencias diabólicas que de santas escrituras (parámetros que de todos modos no pertenecen a la atea Alina y la medicina oficial).
Film largo y por momentos soporífero. Pesado pero ambicioso, que sufre de una primera hora y media insistente, en la que se repite hasta el hartazgo el nudo inicial: el choque de fuerzas de la hermana que quiere irse con la otra, y la última que la retiene en el convento. Alina, la poco adaptable al lugar. La amateur de la fe y desconocedora de las limitaciones que le impone el monasterio. No varían, tampoco, las excusas por las cuales Alina decide increíblemente quedarse en un auténtico convento-infierno, así como se estiran, siempre idénticos, los pedidos de la hermana y la postura de los religiosos ante su problemática presencia.
Un film en el que no funciona lo fundamental (la figura de ambas protagonistas, el foco de su trama), pero que es inteligente en cuestiones particulares, como entre otras la decisión de no mostrar nunca sus actos de locura extrema, o las presencias diabólicas en Alina. Estas últimas son vistas por otros personajes y “ocurren” en fuera de campo, como los imaginarios cambios de voz declarados por las monjas-testigo (siempre a través de narraciones bastante poco confiables, filtradas por la ceguera mística).
Mungiu habló de relatividades del bien y del mal y de hecho es bastante evidente la sinrazón del catolicismo ortodoxo, que aún impone sus arcaicos métodos para que se cumplan sus principios y se restablezca el orden y equilibrio original. Afloran así los exorcismos improvisados, reacciones exageradas de religiosidad histérica, éxtasis prototípico, métodos de memoria medieval alrededor de Alina ya convertida, sólo a ojos de ellos, en un mal a depurar.
Se habrá entendido que no es, en definitiva, el Cristian Mungiu que en 2007 había ganado la Palma de Oro en Cannes con 4 meses, 3 semanas y 2 días. Este film es literalmente salvado por un final excelente, que llega al clímax y pone de manifiesto y en tela de juicio toda la crueldad y estupidez del grupo de monjas fanáticas, capitaneadas por un Padre con muchas manías de protagonismo. Allí aparecen, por suerte, los símbolos de la democracia moderna: la justicia y la medicina, que se la harán pagar al grupo de devotos. Dos o tres escenas, entonces, que transforman y sostienen como pedestal a la entera película. Aunque la gran mayoría de secuencias intermedias, podrían y francamente deberían haber sido descartadas.
Lorenzo Barone




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