El Impenetrable

Fecha de publicación: diciembre 8, 2012
Comentario

27º FESTIVAL DE CINE DE MAR DEL PLATA. El director retrata su viaje al Paraguay, en donde busca tomar contacto con las tierras heredadas por su padre. Documental que trata de temas muy actuales, como son las tierras malhabidas y dobletituladas del Chaco, el desmonte indiscriminado, las contradicciones del gobierno de Lugo entorno a esto y el poder que está detrás del poder.

Por nuestro enviado_______________________
El Chaco. O también,  “el impenetrable”. Una de las más extensas llanuras vírgenes del mundo y en ella, toda la vergüenza de la humanidad capitalista concentrada. La infamia de los grandes siervos del dios dinero, exhibida ante ojos de espectadores en su gran mayoría desinformados. Un tema ignorado por los medios de comunicación, y que acá nos toca gracias a la figura del documentalista independiente. Él es Daniele Incalcaterra. Romano residente en Argentina, heredero de una vasta tierra en el Chaco adquirida en los ’80 por su propio padre, que un tiempo era funcionario diplomático en la embajada italiana de Paraguay. Se trata de una extensión, par a cinco mil hectáreas, que siempre estuvo a nombre suyo y de su hermano; un fastidioso e incómodo legado del que ambos se quieren liberar, para devolverlo a los guaraníes; que del Chaco, fueron gradualmente echados.
El documental parte de este gran sueño. Tan grande cuanto improbable. “Devolver la tierra a la tierra”. No tardará en aparecer el primer problema, nudo del film: Daniele sale a buscar sus tierras, pero no las encuentra, no puede acceder a su propio terreno. Él y su amigo ornitólogo recorren la zona circundante proveídos de mapas, primero le erran por cinco kilómetros, hasta que se dan cuenta de que las tierras del Chaco no son fáciles de rastrear, ni siquiera astronómicamente. Tan sólo resultan accesibles a través de su representación en computadoras. Comprendiendo entonces que no hay caminos de acceso, pretenden ingresar pasando a través de las tierras limítrofes, pero allí deberán lidiar con los poco recomendables dueños, que alejan sin escrúpulos a los intrusos, cargados con armas de fuego, y a veces hasta llegan a disparar contra indígenas que “invaden su propiedad”.
Lo que nace como cuestión personal se convierte en un film de denuncia, que toma partido del primero al último fotograma, pero que de a poco, va implicando una cuestión política de enorme magnitud. En la que paulatinamente se descubre el complot de compañías y petroleras privadas, que fueron destruyendo esas zonas indígenas y causaron enfermedades y problemas de toda índole, más allá de haber invertido millones de dólares contra los derechos humanos. Tierras que hoy pertenecen a grandes emprendedores, y que por años fueron distribuidas e hicieron la felicidad de jueces, diputados, líderes de la malavida, amigos del viejo régimen dictatorial de Stroessner.
El festival nos deleitó con este gran documental, que ahora por suerte circula en muchas salas de la capital. Un film lleno de información sobre una situación tan compleja como, en este momento, más problemática que nunca. Estamos frente a un tema que nos afecta a todos: deforestación a nivel masivo, acuerdos con petroleras, tierras de contrabandos, homicidios, invasiones de propiedades, naturaleza absorbida por grandes terratenientes. Tierras, también, de las 4×4, de los “sólo” dos fiscales en 90 mil metros cuadrados, como se aclara en las sugestivas charlas con el hermano, cuya voz emerge desde Italia a través del programa Skype en medio de la naturaleza chaqueña. Ingresando a esas tierras, Daniele ingresa también en el imposible intento de pelear contra las empresas allí instaladas, y piensa en ganarles en el tiempo, creando en su propiedad un programa con indígenas autosuficientes y plenos reguladores. Pero no tardará en darse cuenta que así, su propiedad volvería de todos modos a los grandes latifundistas. Porque éste es el común denominador, junto al tiempo muerto de las tratativas por cambiarlo. El tiempo de la espera, que aguarda decretos, sentencias, respuestas. Se termina girando en falso, en territorios sin delimitar, en confines a reencontrar. Ya no a través de un GPS, y tampoco con las o mapas. Y mientras tanto: licencias otorgadas para deforestaciones, organizaciones paralelas que falsifican títulos de propiedad de terrenos, la ley del más fuerte amparada en la ausencia total del estado y medidas de prevención.
Ritmo apasionante y lleno (se nos permita) de anagnórisis, para esta suerte de report de viaje. Gran talento visual y, a pesar de la escasez de recursos, novedosos encuadres, cura del sonido y planos naturales (a cargo de Fausta Quattrini, pareja del mismo Incalcaterra). Se alternan italiano, el idioma de los pensamientos, de las reflexiones, lengua materna de Daniele; y español, idioma de la protesta, la entrevista, la búsqueda. Daniele se ve obligado a ser protagonista de su propio film, pasa frente a la cámara, juega el inevitable rol de propietario, pero de uno finalmente distinto al montón: una voz fuera del coro, catapultada sin quererlo en esta dura realidad.
Porque si por un lado se habla de uno de los últimos espacios verdes del planeta, de un lugar lleno de alambrados, sin caminos posibles ni calles posibles de habilitar, pululante de invasivas mariposas, entre tapadoras, pantanos, charcos o arenas movedizas. Por el otro, son todos planos que hablan de una naturaleza como Gran Otro que se extingue, cuya gradual desaparición en el seno del planeta se transformó en tabú para todos los países panamericanos (hasta Chomsky, hace poco, hizo notar la ausencia total de preocupaciones ambientales en la segunda campaña presidencial de Obama). Porque la clase política de nuestro continente fue formada por un discurso social, y no por un discurso ambientalista. La desaparición de la naturaleza en su forma tradicional, como espacio social, provocó hoy un retorno de lo reprimido de una vacua resistencia a cargo de jóvenes o empresas no-global, actualmente de moda en el panorama mundial. Efímeras resistencias en el fantasma de la postmodernidad, que personifican una pelea que, a nivel masivo, todavía está en vías de programarse. Sin GPS ni imágenes satelitales. El director la define “una simple cuestión de conciencia”.
Lorenzo Barone




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