Los Ángeles, años 50. El departamento de policía vive tiempos agitados en una ciudad revuelta y sacudida continuamente por escándalos que destapa la prensa sensacionalista de alcohol, sexo, drogas y dinero. Con la muerte de un agente, tres detectives de la Criminal tratarán de encontrar la verdad siguiendo distintos caminos.
En la Los Angeles de los ’50, luego de la masacre en un bar nocturno, se cruzan las carreras de tres policías de la criminal, diferentes y opuestos en el modo de valerse de la ley: el duro pero-en-fondo bondadoso Bud White (Crowe), el ambicioso y correcto Edmund Exley (Pearce) y el corrupto y cínico Jack Vincennes, también conocido como Big V cuando colabora con una revista de gossip (Spacey). Los tres buscan recortarse un espacio y rescatarse en un mundo donde la normalidad es caótica y la podredumbre reina inclusive en los umbrales de la justicia misma, de la que emergen hedores de manipulaciones y abusos de poder. En la red de la sospecha se encontrará un multimillonario proxeneta confeccionador de prostitutas como dobles de las stars del celuloide, empezando por Lynn Bracken (Basinger), idéntica a Veronica Lake, de la que se enamoran ambos White y Exley.
“L.A. Confidential” es antes que nada una excelente adaptación de la novela del gran James Ellroy, gran narrador de policiales negros, de la que recupera el clima oscuro y laberíntico, retomando sus personajes y cambiando la segunda mitad por una historia distinta. Es un film refinado que nos involucra enseguida en las leyes de su género: a pesar de la fotografía a color, las escenografías y ambientaciones en general son magníficas y nos transmiten la idea de estar asistiendo a una microhistoria involucrada en un Noir mucho más grande, romántico y narrado con una sequedad que nos sumerge en los meandros de su propia época. Un cautivador retrato acerca de la corrupción, la violencia, el sentirse por encima de la ley, con una Hollywood que de cierto modo hace de velo y tapa un panorama de drogas, armas, sexo y poder que se reactualiza en figuras de delincuentes, prostitutas, estafadores de todo tipo, periodistas con las manos en la masa, actores escuálidos, y quién más tenga más ponga.
Es un film con un sentido de la narración decididamente sólido, manejado por un guión de hierro ganador del Oscar (al igual que esa auténtica belleza de Kim Basinger, aquí en su mejor forma). Los tres protagonistas encarnan al mismo tiempo lo bueno y lo malo de la sociedad en la que se involucran, y representan tres modos opuestos de conducir las investigaciones en el departamento de la Criminal. Para los roles fue convocado un cast de primer nivel, a partir de ese monstruo de Kevin Spacey, con actores adecuados que logran matizar cada personaje en toda su densidad, y es una de las claves para que funcione magistralmente el hilo de una trama enredadísima, densa y compleja hasta la resolución final con tanto de arreglo de cuentas a lo carnicería.
Auténtica reflexión sobre un mundo en donde toda la enfermedad es el equilibrio original, que vaga alrededor de un camino de sangre (retomando en parte el género amarillezco). Nos queda una atmósfera del “fuera de tiempo”, afiebrada en el seno de la gran metrópoli, que se esmera por mantener pública su imagen vital y de bienestar, pero que al mismo tiempo esconde un presente lleno de corrupción, en el que proliferan coimas, mexicanas violadas repetidas veces, energúmenos acusados y baleados sin un porqué, chimenteros sin escrúpulos, pseudo-actores maricas asesinados en moteles, venganzas inmundas o sótanos que esconden cadáveres podridos hace semanas. Eficaz la fotografía de Dante Spinotti y excelente la música (firmada Jerry Goldsmith), que ayuda a componer un ritmo narrativo que no nos deja un segundo de tregua y nos catapulta en un auténtica obra maestra que parece un negro de época, pero que también funciona como perfecto juego de encajes en el que Curtis Hanson da lo mejor de sí.
Lorenzo Barone
En la Los Angeles de los ’50, luego de la masacre en un bar nocturno, se cruzan las carreras de tres policías de la criminal, diferentes y opuestos en el modo de valerse de la ley: el duro pero-en-fondo bondadoso Bud White (Crowe), el ambicioso y correcto Edmund Exley (Pearce) y el corrupto y cínico Jack Vincennes, también conocido como Big V cuando colabora con una revista de gossip (Spacey). Los tres buscan recortarse un espacio y rescatarse en un mundo donde la normalidad es caótica y la podredumbre reina inclusive en los umbrales de la justicia misma, de la que emergen hedores de manipulaciones y abusos de poder. En la red de la sospecha se encontrará un multimillonario proxeneta confeccionador de prostitutas como dobles de las stars del celuloide, empezando por Lynn Bracken (Basinger), idéntica a Veronica Lake, de la que se enamoran ambos White y Exley.
“L.A. Confidential” es antes que nada una excelente adaptación de la novela del gran James Ellroy, gran narrador de policiales negros, de la que recupera el clima oscuro y laberíntico, retomando sus personajes y cambiando la segunda mitad por una historia distinta. Es un film refinado que nos involucra enseguida en las leyes de su género: a pesar de la fotografía a color, las escenografías y ambientaciones en general son magníficas y nos transmiten la idea de estar asistiendo a una microhistoria involucrada en un Noir mucho más grande, romántico y narrado con una sequedad que nos sumerge en los meandros de su propia época. Un cautivador retrato acerca de la corrupción, la violencia, el sentirse por encima de la ley, con una Hollywood que de cierto modo hace de velo y tapa un panorama de drogas, armas, sexo y poder que se reactualiza en figuras de delincuentes, prostitutas, estafadores de todo tipo, periodistas con las manos en la masa, actores escuálidos, y quién más tenga más ponga.
Es un film con un sentido de la narración decididamente sólido, manejado por un guión de hierro ganador del Oscar (al igual que esa auténtica belleza de Kim Basinger, aquí en su mejor forma). Los tres protagonistas encarnan al mismo tiempo lo bueno y lo malo de la sociedad en la que se involucran, y representan tres modos opuestos de conducir las investigaciones en el departamento de la Criminal. Para los roles fue convocado un cast de primer nivel, a partir de ese monstruo de Kevin Spacey, con actores adecuados que logran matizar cada personaje en toda su densidad, y es una de las claves para que funcione magistralmente el hilo de una trama enredadísima, densa y compleja hasta la resolución final con tanto de arreglo de cuentas a lo carnicería.
Auténtica reflexión sobre un mundo en donde toda la enfermedad es el equilibrio original, que vaga alrededor de un camino de sangre (retomando en parte el género amarillezco). Nos queda una atmósfera del “fuera de tiempo”, afiebrada en el seno de la gran metrópoli, que se esmera por mantener pública su imagen vital y de bienestar, pero que al mismo tiempo esconde un presente lleno de corrupción, en el que proliferan coimas, mexicanas violadas repetidas veces, energúmenos acusados y baleados sin un porqué, chimenteros sin escrúpulos, pseudo-actores maricas asesinados en moteles, venganzas inmundas o sótanos que esconden cadáveres podridos hace semanas. Eficaz la fotografía de Dante Spinotti y excelente la música (firmada Jerry Goldsmith), que ayuda a componer un ritmo narrativo que no nos deja un segundo de tregua y nos catapulta en un auténtica obra maestra que parece un negro de época, pero que también funciona como perfecto juego de encajes en el que Curtis Hanson da lo mejor de sí.
Lorenzo Barone
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