Inception
Fecha de publicación: agosto 5, 2010
Comentario
Dom Cobb (DiCaprio) es el mejor del mundo en el arte de la extracción: apropiarse de los secretos del sueño de los hombres. La extraña habilidad le ha convertido en un hombre muy codiciado en el mundo del espionaje. Mas para volver a tener la vida normal que anhela, deberá realizar un último trabajo, una incepción…
Una inmersión entre los umbrales de la realidad
En un mundo futuro, en el que mediante un particular dispositivo se puede entrar en los sueños de las personas, Dominic Cobb (DiCaprio) es uno de los pocos hombres en grado de penetrar en los secretos más ocultos del subconsciente humano, robando ideas e intimidades allí escondidas. Para su última misión (que le permitiría abandonar todo y volver a ver a su familia) es contratado, junto a su grupo de trabajo, para instalar información en la mente de un joven heredero millonario y así cambiar sus percepciones en la realidad. Pero las dimensiones de lo real y lo virtual terminarán confundiéndose también para él mismo.
Último y laberíntico film del buen Nolan, que es muy hábil al tejer una red infinita de velos y encajes narrativo-estructurales: Memento en comparación es un film lineal y ya con esto dijimos todo. Thriller de acción, que mira por un lado a la ciencia ficción y por otro a la metafísica, se basa fundamentalmente en ahondar un estudio acerca de la arquitectura del sueño humano, todas sus capas y niveles (formuladas con una admirable distribución siguiendo la forma de cajas chinas), sus dimensiones paralelas y sus significantes aislados, condensaciones y desplazamientos de mundos oníricos que se actualizan unos a otros, entre camionetas suspendidas en el vacío, a la espera que se acaben estratos y ramificaciones del sueño dentro del sueño. Personajes que empiezan a cabecear, limbos, dilataciones espaciotemporales, viajes a través de las telarañas de lo reprimido y latente, de lo nocturno y diurno: entre París que se envuelve sobre sí misma (hay edificios y calles en el cielo, y es una secuencia increíble, y estamos soñando también), los meandros de una Tokyo surreal y persecuciones entre estrechos pasadizos de Mombasa, gargantas y callejones en los que todo parece manipulado y proyectado para que caigamos en la lógica onírica del pasaje, hacia los umbrales de la realidad, uróboros de un tiempo circular donde tal vez (creo hipotetizar) el último horizonte del sueño vuelva a catapultarnos al escenario primero. Esta premisa, que ya se vislumbra desde los primeros fotogramas, se cumple de manera majestuosa y convincente, gracias también a una sensacional fotografía como hace mucho no veíamos.
Hasta acá lo descripto habla de un film excelente. Una auténtica obra de arte, astuta y realizada de manera igualmente ingeniosa. Una potencial obra maestra, que sin embargo no tardará en ser arruinada. Pero: ¿Qué podrá jamás destruir un comienzo tan asombroso? Voy a tender a aclarar más bien este punto, corriendo el riesgo tal vez de hablar más de lo negativo que de lo brillante de esta película, dado que ya se entendió que lo es. En principio, es un film que rápidamente se olvida de su profunda reflexión filosófica y psicoanalítica, dejando pista libre al ya clásico e inseparable repertorio de disparos, corridas de autos, suspenso constante y explosiones a la nitroglicerina. Y entonces es cuando la interesantísima idea original termina siendo opacada en la “no tan fundamental” aparición del bang boom crash (o bien aquella tan original máxima hollywoodense para agilizar la acción frenética). Lo entenderíamos si el film se tratara de un “Máxima velocidad”, pero con la maravillosa trama que Nolan se encuentra: ¿Era necesaria toda esta piltrafa? En fin, sigamos. Luego de la primera hora, o bien cuando a Cobb le asignan el nuevo trabajo, el film parece definitivamente querer escaparse de algún misterioso perseguidor extradiegético, de tan rápido que comienza a cortar sus escenas. Aparece un montaje aceleradísimo que no deja pausas y que convierte la apasionante trama (magnífica, repetimos) en una gran secuencia abrumante, que corre sin dejar siquiera una pausa. Pausas que hubieran permitido ahondar en la relación del joven Fischer con su exitoso padre, explorar desde un ángulo más espiritual la lógica del sueño, investigar la figura de los dos hijos de Cobb sin repetir siempre la misma imagen… y sin embargo no las hay, y corremos hacia delante a paso arrollador siempre con acompañamiento rítmico de fondo (si bien sea excelente, una vez más, la musicalización de Hans Zimmer), hacia la construcción de un film que antes que analizar no debe aburrir.
Pero sigamos: esta falta de pausas convierte a veces las acciones en formulaciones confusas (como todas las secuencias en la nieve), los sueños pierden todo su carácter visionario (quitando las escenografías, siempre magníficas), y pasan a ser una capa más de realidad, por lo menos de acuerdo a su representación. Paradójicamente, se explican demasiado los procedimientos de la originación (inception) que antes aparecían envueltos en un fascinante velo, perdiendo así toda la magia (que cuando quedaban ocultos, desvanecidos, nos llenaban de su misteriosa intriga). Por la rapidez de los cortes y los diálogos, en un film donde lo que se dice es delicado y complejo, se llega a perder el sentido a veces de enteras conversaciones, lo cual es realmente una lástima. Se comienza a tratar al espectador como un ente pasivo que sólo debe limitarse a seguir el constructo delimitado (qué noción del público, qué vendedores ambulantes, qué naufragios escuálidos, joder). Pero apurémonos con esto. Es la misma lógica del sueño la que se va perdiendo: a nivel estructural pasamos a asistir a una configuración banal de los segmentos, cosa que horrorizaría a los Buñuel, los Dalí, aquellos que la alucinación onírica la sabían contar realmente. Nolan, en cambio, parece empezar a confundir de a poco los sentimientos de la vida real con la lógica del sueño (en la que no entran en absoluto impresiones literales explícitas). Además, lo complejo y enigmático del comienzo se va inexplicablemente aclarando demasiado hasta convertir ese sutil pasaje onírico en una banalidad simplificada, terminando así por desaprovechar sus propias creaciones extraordinarias. A pesar de lo potencial que está en la premisa, el film tiende a quedarse siempre en la superficie sin profundizar demasiado en los significados que se limita sólo a sugerir.
(por porblemas de espacio la crítica sigue abajo en la sección diarios)
(sigue de arriba)
Ahora bien ¿Por qué se permite que estos errores anulen una obra maestra? ¿Por qué en Hollywood los recursos repetitivos y esquemáticos deben primar ante el contenido, sea cual fuere? Porque todavía no logra desligarse de la dependencia del público, del éxito de taquilla, elementos tétricos de un cine que así sólo podrá avanzar en cuanto a técnica, pero que probablemente se enrosque en la búsqueda de un agarradero teórico. Los mismos ingredientes de la receta que hacen al film entendible, sorprendente y entretenido, pertenecen a la maldición pochoclera que no le consentirá pasar a ser de un buen film, a un míto.
Por último, como no mencionar al Nirvana de Salvatores, uno de los primeros films en describir loablemente el mundo de lo virtual, literalmente copiado luego por Matrix y caído en el olvido de un cajón polvoriento. Inception toma mucho de Nirvana (hasta el genial Abatantuono, protagonista del videogame y sabiendo de serlo), pero sobre todo roba a mano armada el Solaris de Tarkovsikj, con toda la historia entre el protagonista y la mujer “suicida” reencontrada en una virtualidad, así como el final (que no es tan sorpresivo y ya se podía vislumbrar desde el trastorno de Marion Cotillard). Sin borrar los méritos del buen Nolan, que los tiene y muchos (por esto también no decidimos detenernos en ellos), después de la visión nos sobrevuela una extraña idea: que esta magnífica premisa, en manos de otro cineasta, un Bergman o el mismo Tarkovskij (¡Hasta un Gilliam o un Lynch!), se hubiera convertido en otro film tal vez mucho más profundo y atento a sus propias genialidades intrínsecas. Nos queda ese remordimiento.
Lorenzo Barone
OTRA MIRADA
Si hay un director que ha hecho de la vida de la mente su caldo de cultivo, ese alguien es el anglo-americano Christopher Nolan, que en la película que nos compete una vez mas convierte la reflexión en entretenimiento.
Su guión es brillante, y aunque aplican a el las mas tradicionales técnicas de estructuración, en lo que a narrativa cinematográfica respecta, Nolan sabe cuando conviene tirar el manual por la ventana. Es una película que exige la atención del espectador en todo momento, como todas las de Nolan; pero la diferencia es que el pensamiento y el entretenimiento están a la misma altura, sostenido por una pinza de estructura emocional que es menester en todo buen guión.
Técnicamente hablando la película tiene la elegancia esperable de todos los films de Nolan. Una fotografía que no solo contribuye a crear los traumados climas mentales, sino que sirve como un perfecto separador entre las varias capas de subconsciente en la que se mete la película. Una dirección de arte que parece la obra de un arquitecto. Y un montaje que es la rectificación de la unión ya mencionada entre pensamiento y entretenimiento. Por que no solo aporta tensión en el desarrollo de las escenas, sino que provee mucha de la organización que cumple su cometido de evitar, con amplias creces, que la película no sea confusa. El repetido uso de leimotivs y el imaginativo uso de los efectos de sonido, están reunidos en una mezcla de sonido tan brillante como su imagen. Por no decir de la reluciente, e innovadora, partitura de Hans Zimmer; apoyada por la guitarra del Ex-Smith Johnny Marr.
Actoralmente, todos entregan interpretaciones que están a la altura de la situación. No hay nadie destacado, es una notoria labor de grupo donde todos salen beneficiados. Aunque debe decirse que DiCaprio encuentra bajo la dirección de Nolan algo similar a lo que tiene bajo la dirección de Scorsese.
Conclusión: Entretenida y Profunda. Una fusión ideal que Nolan ha demostrado hacer posible una vez mas. Si el espectador se concentra (lo que no es para nada difícil), formara parte de un espectáculo cinematográfico como ningún otro. Con una gran factura técnica y actoral que no tiene comparación. Es, en palabras de Aida Bortnik, la mejor película de un director que no hizo ninguna mal. Altísimamente recomendable.
Santiago Balestra
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