El Gran Pez
Fecha de publicación: agosto 30, 2010
Comentario
Edward es un hombre muy particular posee una asombrosa capacidad para relatar acontecimientos de su vida pero con detalles que superan los límites de la realidad. Su hijo, periodista enemistado con su padre por esta tendencia, vuelve a encontrarlo cuando Edward se encontrará afrontando sus últimos días. El hijo entonces comenzará una indagación para descubrir los verdaderos sucesos que rodearon la
Esta historia es, sin dudas, una muestra de la increíble imaginación de Tim Burton, donde lo mágico y extraño de cada escena, nos lleva a la creación de un mundo totalmente fantástico. Con un guión bastante particular y personajes excelentemente caracterizados, Burton nos introduce un nuevo Edward en su filmografía (luego de Edward Sissorhands y Ed Wood), que demostrará a través de sus relatos la calidad artística que acompaña el sello estético del director.
Una bella metáfora de la vida frente a la relación de un padre (Edward) y su hijo (Will), a lo largo de inimaginables historias y episodios pasados, que al contarlos una y otra vez para traerlos a la realidad, pueden terminar con la relación misma. Y es la falta de aceptación por parte de Will con respecto a estas historias (incluso en su propio casamiento), que nos hace pensar en que ni aún siendo grande conoce verdaderamente quién es su padre.
Pero llegada la circunstancia, su madre acude a él debido a la enfermedad de Edward, quien se encuentra en cama, tratando de pasar sus últimos días, mientras los demás miembros de la familia pasan y ayudan con lo posible, para permanecer juntos hasta el final. Sin embargo, si hay alguien que no esta conforme con la veracidad de las cosas que cuenta, es su propio hijo, quien se siente totalmente engañado a lo largo de toda su vida. Y a partir de esta desconfianza, comenzamos a recorrer las diversas situaciones de su vida, a través de una gran cantidad de flashbacks. Entre ellos cabe mencionar la escena de la declaración de amor, donde se encuentra en medio de miles y miles de flores amarillas; o la historia amorosa que ha pasado con las siamesas japonesas en medio de un show para los nazis, el pueblo, entre otras. Un despliegue de colores y planos que es un deleite para el espectador.
Quien demuestra ser una revelacion a nivel actuación es Ewan McGregor, que lleva adelante una historia de manera adecuada creando un personaje duro pero muy divertido, al igual que Helena Bonham Carter (esposa del director) en su excéntrica aparición. Otro papel que aparece desapercibido, por su corta permanencia (a comparación de su histriónico papel en el rol de pinguino unos años atrás), es Danny De Vito, que hacía un largo tiempo permanecía alejado de la pantalla grande, pero que aún conserva su gran calidad actoral.
Por otra parte, no puedo dejar afuera la música de Danny Elfman. Uno de los mejores compositores de la actualidad, que hereda la tradición iniciada por Bernard Herrmann y que hace ya varios años es el predilecto del director. Su música le otorga a la imagen la rareza, el brillo y la calidad que necesita cada escena. Con la banda sonora de esta película, obtuvo además su tercera nominación en los premios Oscar.
El final, es realmente inesperado, pero absolutamente acorde a la estética burtoniana, mostrando ese “gran pez” que recorre el hospital y el pueblo, llegando hasta la orilla de su vida: ese inmenso parque lleno de fantasía y realidad, que nos ha transportado a un extraordinario mundo imaginario.
Nicolas Isasi
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