Bafici: The Forgotten Space

Categoría: Críticas
Fecha de publicación: abril 14, 2011
Comentario

El mar inspirador de poesía, espacio enigmático de todos los tiempos, es analizado como superficie terráquea por la que viaja el 90% de la carga mundial de mercaderías. A partir de un minucioso seguimiento de containers a bordo de buques, barcazas y trenes, Burch y Sekula proponen descubrir los nuevos y profundos misterios de ese espacio cardinal de globalización en perpetua transformación.

El recorrido de los containers por el mar como reflejo de los cursos de la economía mundial y la globalización imperante. El container como uno de tantos no-lugares del paisaje postmoderno, pero también como manifestación de una naturaleza olvidada. Y en paralelo, el proceso de regeograficación del capitalismo tardío y la explotadora lógica de aprovechamientos laborales tercermundistas. Estos y tantos otros los temas que Burch y Sekula adivinaron en “The Forgotten Space”, documental en última instancia sobre la alienación transoceánica como símbolo de la hambrienta y al mismo tiempo descarrilada distribución global de mercancías.

Pero además (y aquí radica el punto de fuerza del film) un camino que sigue las anónimas voces de todos aquellos que hoy son víctimas de este sistema, acorralados sin posibilidad de resistencia. Trabajadores marginales que pagan con su esfuerzo y sus vidas la riqueza de entidades desconocidas, desde los marineros filipinos o indonesios encargados de las ultramarinas odiseas (rodeados de indescriptibles cargas que ellos no disfrutarán con su salario mínimo) hasta los camioneros de Los Angeles o granjeros de Países Bajos, que se ven afectados de forma equivalente por el tráfico y las mutaciones obligadas por el sistema económico.
 
Un film que logra reflejar el curso del mundo en sus casi dos horas, que mediante sus entrevistas aisladas alcanza la (difícil) tarea de describir el panorama mundial desde su raíz, manifestando toda su falacia y a la vez inevitabilidad. Metonímico, sí, pero también profundamente crítico. Los autores, luego de una búsqueda y observación minuciosa del fenómeno, profundización que se percibe a lo largo de todos los planos, jamás dejan de tomar posición en el asunto. Las extraordinarias imágenes son montadas con lucidez y esmero, fruto también de la unión entre la gran capacidad estético-fotográfica del figurativo Sekula y el indudable aporte teórico-ensayístico del pragmático Burch.
 
Sobre todo, se trata de un film que deja lugar a la participación del espectador, permite la empatía con los condenados de la tierra, en la profunda ideologización del embuste capitalista o de empresas multinacionales como fuerzas imperialistas del nuevo milenio y sus principios de libertad de mercado equivalentes a un “libre zorro en libre gallinero” (siguiendo la sarcástica expresión del Che Guevara). El fuerte contenido es aprovechado con toda la fuerza del aparato cinematográfico para transmitir una sólida convicción, a partir del repertorio descriptivo y expresivo, hecho de entrevistas, material de archivo, fotografías, rastreos y seguimientos. Todo a conformar un feroz rompecabezas que parte de esas abismales cargas multicolores que rodean el planeta para reactualizarse en la totalidad del esquizofrénico flujo que todos nosotros habitamos.
 
Lorenzo Barone

El recorrido de los containers por el mar como reflejo de los cursos de la economía mundial y la globalización imperante. El container como uno de tantos no-lugares del paisaje postmoderno, pero también como manifestación de una naturaleza olvidada. Y en paralelo, el proceso de regeograficación del capitalismo tardío y la explotadora lógica de aprovechamientos laborales tercermundistas. Estos y tantos otros los temas que Burch y Sekula adivinaron en “The Forgotten Space”, documental en última instancia sobre la alienación transoceánica como símbolo de la hambrienta y al mismo tiempo descarrilada distribución global de mercancías.

Pero además (y aquí radica el punto de fuerza del film) un camino que sigue las anónimas voces de todos aquellos que hoy son víctimas de este sistema, acorralados sin posibilidad de resistencia. Trabajadores marginales que pagan con su esfuerzo y sus vidas la riqueza de entidades desconocidas, desde los marineros filipinos o indonesios encargados de las ultramarinas odiseas (rodeados de indescriptibles cargas que ellos no disfrutarán con su salario mínimo) hasta los camioneros de Los Angeles o granjeros de Países Bajos, que se ven afectados de forma equivalente por el tráfico y las mutaciones obligadas por el sistema económico.
 
Un film que logra reflejar el curso del mundo en sus casi dos horas, que mediante sus entrevistas aisladas alcanza la (difícil) tarea de describir el panorama mundial desde su raíz, manifestando toda su falacia y a la vez inevitabilidad. Metonímico, sí, pero también profundamente crítico. Los autores, luego de una búsqueda y observación minuciosa del fenómeno, profundización que se percibe a lo largo de todos los planos, jamás dejan de tomar posición en el asunto. Las extraordinarias imágenes son montadas con lucidez y esmero, fruto también de la unión entre la gran capacidad estético-fotográfica del figurativo Sekula y el indudable aporte teórico-ensayístico del pragmático Burch.
 
Sobre todo, se trata de un film que deja lugar a la participación del espectador, permite la empatía con los condenados de la tierra, en la profunda ideologización del embuste capitalista o de empresas multinacionales como fuerzas imperialistas del nuevo milenio y sus principios de libertad de mercado equivalentes a un “libre zorro en libre gallinero” (siguiendo la sarcástica expresión del Che Guevara). El fuerte contenido es aprovechado con toda la fuerza del aparato cinematográfico para transmitir una sólida convicción, a partir del repertorio descriptivo y expresivo, hecho de entrevistas, material de archivo, fotografías, rastreos y seguimientos. Todo a conformar un feroz rompecabezas que parte de esas abismales cargas multicolores que rodean el planeta para reactualizarse en la totalidad del esquizofrénico flujo que todos nosotros habitamos.
 
Lorenzo Barone




Dejanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *