Ellas

Categoría: Críticas
Fecha de publicación: octubre 12, 2012
Comentario

Anne, una mujer adinerada, madre de dos hijos, afincada en París y periodista de investigación para la revista Elle, está escribiendo un artículo sobre la prostitución estudiantil. Sus encuentros con dos universitarias ferozmente independientes, Alicja y Charlotte, le producen un profundo desasosiego, obligándole a poner en duda sus convicciones más arraigadas…

 

“Ella”, Anne (Juliette Binoche). Mujer casada, dos hijos, periodista profesional, acomodada, París, redactora de Elle, marido machista y ausente, falta de sexo, falta de comunicación con hijo, hijo que fuma porro, hijo adicto a videojuegos. Una enumeración que alcanza para radiografiar el mundo-Anne. Quizás una visión demasiado obvia y condenable sobre la esposa-madre burguesa. En convivencia con su rutina doméstica: una investigación periodística. Dos jóvenes universitarias en París que se prostituyen para pagarse los estudios. Con perfiles opuestos, ellas son: Alicja (Joanna Kulig), polaca rubia de personalidad inescrupulosa, y Charlotte (Anaïs Demoustier), tímida y modesta. Se trata sin duda de dos actuaciones marcadamente genuinas y que arrastran un fuerte potencial. Ambos personajes coinciden en que encontraron cierto placer en la facilidad de hacer dinero con ese trabajo. El desconocido universo narrado por estas dos chicas inquieta y seduce a la periodista al punto de enfrentarla con ella misma y cuestionar su propia intimidad. Anne se encuentra con dos chicas que narran su profesión de manera despreocupada. “¿Te sentís humillada?”, pregunta Anne. “No”, contesta Joanna Kulig, ante la incomprensión de Binoche. Anne tiene una revelación. La felicidad. ¿Qué es la felicidad? ¿Quién es más feliz con su vida? ¿”Ella” o “ellas”? Anne va descubriendo que ella también, de una u otra manera, está parada en una situación análoga: es esclava de las obligaciones del hogar, de la familia, de sus hijos. Anne, así, pasa a encarnar a la infeliz madre burguesa que se descubre un ama de casa atascada en sus obligaciones domésticas, inmersa en un matrimonio estancado y ausente de experiencia sexual.


Esta revelación también forma parte de una cadena de elementos obvios y previsibles. Una revelación que condena la película a otra escena previsible y que intenta parecer arriesgada: escena lésbica en la que Anne, ya en confianza, bebe y baila junto a Alicja al ritmo de “Pass this on” de The Knife, escena que busca mostrar la faceta descontracturada de la atareada ama de casa (en contracara con la música clásica del hogar que escucha Anne en la radio). Sí, la descontenta ama de casa que se arriesga a una escena lésbica. Una condena más que se apoya sobre lugares comunes (y ni hablar del recurso a la ópera y música clásica, entre los que suena la Séptima Sinfonía de Beethoven, que están sólo al servicio de un tratamiento “intelectual”). Su evolución anímica parece forzada a seguir un camino, y no, auténtica. Como si tuviera que ser así “porque sí”. Carece de credibilidad, y a esta altura ya no está sostenida por la trama. Las escenas de sexo resultan a veces demasiado explícitas y recurrentes (cuando en realidad son prescindibles), sin embargo dejan abierta la posibilidad de que se traten de la traducción de la imaginación de Anne acerca de las historias relatadas por las chicas. Un respiro.


Rodeada de un entorno poco prometedor, Juliette Binoche logra encarnar su personaje de manera fresca y soberbia. La cámara la sigue en infinitos primeros planos movedizos y a veces desprolijos (remitiendo a una estética documental, ligada al registro y tono de la investigación periodística) durante su evolución anímica. De esta manera ancla fuertemente el punto de vista en el personaje de Anne y valida la posibilidad de que, efectivamente, la representación de las experiencias sexuales sean en verdad la representación de su imaginación sobre aquellas experiencias narradas.


¿Qué hace Anne? Hace las compras del supermercado, prepara el desayuno para su familia, hace pilates, reta a sus hijos, escucha música clásica, se enoja porque la puerta de la heladera no cierra bien. Mientras tanto, la mayor preocupación de su marido reside en que Anne cocine para una cena de negocios en su casa a la que vendrá su jefe. Sin embargo, tanto su marido como sus hijos parecen estar ahí sólo para recordarnos que se trata de una familia disfuncional, se limitan a corroborar esa idea.


Ese parece ser por momentos el mayor problema de la película: estancarse en “la idea de”. Y se deja ver también en el caso de la construcción temporal. La película se construye a partir de saltos cronológicos que alternan tres planos temporales distintos: las entrevistas a las chicas, la rutina doméstica de Anne y los relatos de las experiencias sexuales de las dos chicas. Sin un orden preciso, la narración se vuelve caótica y confusa. Y la película se convierte en la idea de una película con saltos cronológicos. Quizás uno de los motivos por los que se desarma la premisa. Una película que cuenta con una premisa valiente y arriesgada pero que se pierde en los saltos temporales y en la paulatina pérdida de credibilidad que arrastra al guión.


“Elles” se esfuerza por ser un relato “despojado” sobre la sexualidad, el deseo y el fracaso, escudado bajo un registro documental y un tratamiento intelectual, pero se anula y cae en su propia trampa: las mujeres no hacen más que cumplir un rol. “Ella”, Anne, la madre y esposa, que escucha música clásica y se rebela en la cena de negocios, para volver borracha a hacerle una fellatio a su marido.
 
Carolina Romano

 





Dejanos tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ABI dice:

Vi la película y estoy en todo de acuerdo contigo. Esta película no merece demasiado.

Responder