Reality

Fecha de publicación: diciembre 19, 2012
Comentario

BACI, FESTIVAL CINE ITALIANO 2012. “Reality” cuenta la historia de Luciano, pescadero napolitano que complementa sus modestos ingresos montando timos a pequeña escala junto a su mujer. Él nunca deja pasar la oportunidad de actuar para sus clientes e innumerables familiares. Un día, estos le convencen para presentarse a las pruebas del programa de televisión Gran Hermano.

Por nuestra enviada_______________________

Una carroza que llega. Un helicóptero que se va. Estos son los dos momentos con los que inicia y finaliza la primera secuencia del film de Garrone. Abre con una larga toma aérea que sigue un carruaje lujoso tirado por dos caballos: del carruaje bajan dos novios a celebrar su boda. La cámara cartografía un entorno fantástico: pasea mezclada entre los infinitos personajes pintorescos y personalidades grotescas que participan de la excéntrica boda, bordea sus figuras, retrata sus rostros. Entre ellos, está Enzo (ex ganador del reality Gran Hermano), el ídolo de la gente. Personaje miserable que repite mecánicamente a sus seguidores “never give up”. La multitud lo aplaude. Lo abraza. Corea su nombre. Se saca fotos con él. Quiere ser él. O cómo él. Y también está Luciano (Aniello Arena), protagonista de Reality. Un descomunal hallazgo del director. Vestido de drag queen, anima la celebración. Grita. Se abraza con Enzo. Y más tarde lo sigue, su hija exige un autógrafo del ídolo. Consigue una foto. Dos. Lo observan irse. O, mejor dicho, despegar. Luciano sostiene en brazos a su hija. Enzo se sube a un helicóptero y se va de la boda. Las hélices forman un torbellino de viento. A Luciano se le cae la peluca. Allá, donde todo parece un paraíso artificial (un anticipo del reality), aparecen los primeros indicios de la realidad.
 
En la siguiente secuencia: vuelta al cotidiano. Luciano, su esposa, sus hijas, su madre, las hermanas de su madre, sus sobrinos (y quién sabe quienes más) se acuestan a dormir, se quitan sus excéntricas ropas, se limpian el maquillaje. Sus habitaciones están dispuestas como pequeños cuadrados iluminados. La mágica música de Alexandre Desplat y la cámara los acompañan a dormir en una coreografía. La coreografía del sueño.
 
¿Quién es Luciano? Luciano, pescadero, familia numerosa, bonachón, humor exacerbado, extrovertido, disfruta de hacer reír a sus clientes y a su familia. Su vida transcurre en un patio de vecinos napolitano. Querido por su familia. Querido por la gente de su barrio. Un trabajo clandestino: junto a su mujer venden robots que hacen comidas de todo tipo. Ante la presión de sus hijas se presenta al casting del reality Gran Hermano. Sin sospecharlo, es seleccionado a una segunda instancia.
 
Punto de giro. Desde ese momento, Luciano se obsesiona con la posibilidad de entrar a “la casa”. Se entrevista con psicólogos del show: Luciano se convence a sí mismo que él es un gran candidato, que tiene una gran historia de vida para contar. Vuelve a su barrio. Cree que “la gente de la televisión” lo vigila para corroborar su gran historia. Cree verlos en todos lados. Mezclados entre los habitantes del barrio. Él mismo cree que es observado. Finge para ellos. Se inventa un personaje de Luciano. Se inventa un nuevo universo. Un universo por fuera de la realidad. Sueño como evasión de la realidad. Contado como un melodrama con tintes cómicos, al estilo de una tragicomedia, Garrone diagrama una puesta en escena que se mueve entre dos órdenes: uno realista y uno más fantástico, del orden de la fábula. Personajes grotescos, colores vivos, largos planos secuencias que siguen a los personajes, escenas con numerosos personajes y varias conversaciones en paralelo, esto junto con la música que compone Alexandre Desplat acompañan la comedia y lo fantástico del relato.
 
Mientras, Luciano espera el llamado de la televisión. Se obsesiona. Pierde, progresivamente, la razón. Cree que la televisión va a solucionarle la vida. Un hecho minúsculo que deviene en una gran tragedia. Sin embargo, hacia el final se vuelve repetitivo. Las escenas que descubren la progresiva locura de Luciano se vuelven sobre sí misma. No sólo eso. Sino que, de a poco pierde solidez el verosímil, lo cuestiona, lo desacomoda. No creo más en las obsesiones que fabrica Luciano.
 
A pesar de esta pérdida final del verosímil, hay que destacar que Aniello Arena se luce en su papel, dándole al personaje de Luciano una ingenuidad y una sorpresa auténticas. Dato a tener en cuenta: se trata de un actor aficionado que hace teatro en la cárcel dónde se encuentra hace más de veinte años, Reality es su primera película. En una entrevista a Mateo Garrone, este expresó que rodó la película en orden cronológico para que el actor trabajara con más comodidad para componer su personaje. Al mismo tiempo, la presencia de un actor presidiario permite un acercamiento con otro film que se presentó en la segunda edición del BACI: Cesare deve morire, de los hermanos Taviani. En este caso, los Taviani filman en la cárcel de Rebibbia la representación de Julio César de Shakespeare a cargo de unos presos de esta alta cárcel de seguridad, en donde los ensayos de la obra se alternan con su cotidiano.
 
Conocemos a Luciano y su tragedia, a través de una cámara que lo sigue sin parar. La cámara lo busca. Lo espía. Desde distintos ángulos. En distintas situaciones. A todo momento. No cesa de filmarlo. Es un gran hermano, pero fuera de “la casa”.
 
Carolina Romano




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