En una época de guiones repetidos, olvidables, Before Midnight es una película que sorprende por su ingenio, su frescura, su irrenunciable honestidad. Nos encontramos ante un film que, como pocos últimamente, genera reflexiones, risas y emociones. Linklater, un incansable cultor de la poética de la conversación, merece reconocimiento por esta entrega. Algo de los mejores films de Woody Allen atraviesa la película.

Linklater-Delpy-Hawke coescribieron con brillantez la -¿última?- entrega de esta historia. Un repertorio de escenas que técnicamente llaman la atención por el minimalismo (pocos, ascéticos y extensos planos componen el film).
La escena de la mesa, que aporta un divertido y punzante intercambio transgeneracional, por lo que se dice y también por lo que se sugiere, es notable. Nos recuerda a la memorable mesa de Crimes and misdemeanors/Crímenes y pecados (película imperdible de Woody) por lo lúcido y lo genuino de algunos pasajes.

Ante la pregunta de un periodista en la presentación del libro al inicio de Before Sunset, sobre el hasta entonces misterioso final de la relación de ambos jóvenes en Viena, Jesse contesta: “cómo respondas eso, es una buena prueba para determinar si eres un cínico o un romántico”.

Grecia, tierra donde está inscripto el bello y potente aforismo: “conócete a tí mismo”, aparece como el lugar perfecto para, junto a Jesse y Celine, volver a preguntarse (y responderse) pequeñas grandes preguntas sobre la vida, y sobre nosotros mismos.

Luego de haber visto las tres partes (si todavía no lo hicieron, el oráculo lo recomienda fervientemente), cada espectador debería estar preparado para responderse, al menos, la siguiente pregunta:

¿Eres un cínico o un romántico?