Blue Jasmine

Categoría: Críticas
Fecha de publicación: octubre 27, 2013
Comentario

Ama de casa rica y glamourosa de Nueva York, Jasmine termina sin dinero y sin casa, viéndose obligada a vivir en un pequeño departamento en San Francisco con su modesta hermana Ginger. Jasmine atraviesa una etapa de crisis existencial, llena de antidepresivos y recuerdos de su antigua vida en Manhattan.

  Toda historia vislumbra un destino que parece inevitable: un público. Al comienzo de Blue Jasmine, Jeannete (Cate Blanchett) tiene un deseo: encontrar un interlocutor a quien narrarle su trágica historia. Una desconocida, que viaja en avión junto a ella rumbo a San Francisco, se transforma en la deseada interlocutora, al mismo tiempo que lo hace el espectador. Sin embargo, no vemos más que a Jeanette hablando sin parar, mientras que la desconocida soporta el angustiante relato. Tragicómico relato de su desgracia. Jeannette, rebautizada por ella misma como Jasmine, habla sola acerca de la repentina pérdida de su ostentoso pasado. Y así lo hará en el resto del film. El comienzo es una fiel postal del personaje que protagonizará Blue Jasmine sólo, quebrado y decadente, pero orgulloso.
  Si en la primera escena, Jasmine se mostraba ansiosa por contar su historia, en el resto de la película no hará más que esconderla. Habitante de una fantasía, inventará (y se inventará) una historia que no tiene. Condenada eternamente a su pasado, este se intercalará en forma de flashbacks no cronológicos a lo largo del film. Extraordinaria por un lado, la reconstrucción de paisajes de riquezas y consentimientos. Y por el otro, la progresiva decadencia en la que se hunde el personaje.
  Blue Jasmine está poblada por incondicionales sellos del director newyorquino: diálogos inolvidables, personajes neuróticos, y jazz. El director elige en esta ocasión, Blue Moon como leit motive del relato: se trata de la canción que sonaba cuando Jasmine conoció a su futuro marido, el adinerado hombre de negocios, Hal (Alec Baldwin). En esa canción se condensan promesas de una vida lujosa y consentida. Seducida por la idea de una vida elegante y plena de satisfacciones materiales, Jasmine se casa con Hal. Durante el matrimonio, ella prefiere ignorar los permanentes engaños de Hal, en pos de sostener el estilo de vida. Sin embargo, el destino de Hal será fatal: encarcelado por estafa, seguido de suicidio. En Jasmine recaen todos los desastres financieros. Blue Moon marca el camino de la desgracia venidera: canción de promesas, pero también de ruptura. Sola, y habiendo perdiendo todo, la desequilibrada Jasmine se ve obligada a buscar un refugio. Elige San Francisco: el austero hogar de su hermana Ginger (Sally Hawkins).
  A partir de este momento Woody Allen trabajará a las antitéticas hermanas. Jasmine, bella, elegante, y de costumbres lujosas. Ginger, proletaria divorciada y con dos hijos, empleada de un supermercado y en pareja con un mecánico. Blanchett, hermosa, enorme, indiscutida. Interpreta el desmoronamiento psíquico de Jasmine con un talento desmesurado. Es una neurótica monumental. Y lo demuestra, cuando en varias secuencias debe interpretar monólogos, a modo de nostálgicas representaciones de su vida pasada. Neurosis portadora de humor y drama, ensamblados por un especialista en tragicomedia. Pero Sally Hawkins no se queda atrás en su papel de hermana proletaria. Encarna, con contundencia, a la sufrida, y menos afortunada hermana.
  A pesar de la soberbia de las dos actuaciones, Woody Allen lleva por momentos a los personajes a la caricaturización de clases sociales. Reduce las clases a estereotipos y banalidades. Y es sólo en este sentido, que los personajes carecen de profundización y se quedan en la superficie. Se limitan a pertenecer a una circunstanciada dada que no es explorada íntimamente. 
  Por otro lado, el punto de giro que condena el final de Blue Jasmine, resulta primitivo: un azaroso encuentro en la calle precipita el anunciado final. Personaje que sólo está puesto allí para apresurar el final, que cumple dicha función para luego desaparecer entre la multitud de las calles.
  Si el inevitable destino de una historia es su público, el inevitable destino de Jasmine es el de permanecer estancada en su pasado. Y el del espectador: sentir empatía por la hermosa y desgraciada Jasmine.
Carolina Romano




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MIRTHA dice:

a mi me parecio la mejore pelicular de allen de los ultimos diez años

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