Round Trip

Fecha de publicación: noviembre 6, 2013
Comentario

3º FESTIVAL LATINARAB. Walid y Souhaire se aman. Como no están casados, es casi imposible que encuentren un lugar donde puedan tener su intimidad en Damasco. Deciden visitar a un amigo en Teherán, y durante ese viaje tendrán algo de tiempo para conocerse mejor.

Walid (Ammar Haj Ahmad) y Souhaire (Alexandra Kahwagi) no tienen intimidad. Mejor dicho,  como no están casados, su intimidad se reduce al interior del taxi que maneja Walid. La escena que introduce a los personajes se encarga de develar el conflicto. Primero juegan a ser pasajera y chofer, después huyen a los alrededores de una ruta desierta. Sin embargo, el sonido de un motor ajeno interrumpe la aventura. Es este el disparador del film: un viaje en busca de un espacio de intimidad.
 
En pocos minutos tenemos un amor oculto y un viaje en tren. Walid y Souhaire se aman a escondidas, condicionados por un contexto social que condena el romance por fuera del status matrimonial. El personaje de Souhaire se delinea más audaz, aventurero y subversivo, en oposición al de Walid, más pasivo y obediente, resignado a las normas que dictan tanto en el hogar como en la sociedad. Ella lo anima a desafiar las normas, ella, la más imprudente de los dos. Para viajar, eligen el trayecto Damasco-Teherán. Round Trip cartografía la ruta ferroviaria y marítima que une las dos ciudades a partir de la experiencia de Walid y Souhaire. Pero también cartografía sus emociones, sus cuerpos, retratados y contenidos en paisajes que mutan, siempre bellos, siempre testigos. La puesta en escena es fiel a la idea de la restricción: si el plano ya evidencia un marco, Meyar Al-Roumi, compone marcos dentro de otros marcos. Es así que, a Walid y Souhaire los vemos muchas veces enmarcados en puertas y ventanas,  lo que nos recuerda que su amor está restringido, que su amor está inevitablemente ligado a un contexto y no puede desprenderse de él.
      
La narración visual del romance está atravesada por impecables texturas fotográficas: tonos gastados, paisajes áridos y nevados, inmensos, hermosos, embriagadores. Los títulos de Round Trip están protagonizados por una secuencia de pinturas al óleo. Pinturas de paisajes que se actualizarán más adelante en los paisajes perforados por los trenes que transportan a los personajes. Y que aglutinan el registro visual de todo el film: sus planos evocan una composición plástica a partir de sus formas, su distribución, sus colores y el manejo de la luz. A la secuencia inicial de pinturas, huellas inconfundibles de lo estático e inmóvil, le sigue un plano cenital de la ciudad de Damasco, y después, el de unos maniquíes expuestos en la vidriera de un negocio. Es este, otro fiel (y no casual) retrato de lo estático. Y a su vez la representación de lo que una sociedad espera de sus individuos. Es en esta vidriera en donde, por primera vez, vemos el reflejo del taxi que maneja Walid. Reflejo que resignifica el conflicto primordial del film: los personajes, se verán condenados a lo que el contexto social exija de ellos.
 
Meyar Al- Roumi nos cuenta una historia de amor pero en ningún momento se ve arrastrado por clichés o fórmulas comunes. Ensambla el registro humorístico y el dramático en dosis perfectas, alejado de venganzas y melodramas. Sinónimo de una narrativa elegante y sutil. Hay momentos cómicos. Hay momentos tensos. Hay momentos dramáticos. Las normas que les son impuestas a la pareja, por ejemplo el dormir en compartimentos separados al no contar con el certificado de matrimonio, son aprovechadas desde el juego y el humor: ellos se comunican con golpes entre las paredes de sus compartimentos, juegan a seducirse con media por debajo de la puerta, se burlan de la disciplina de los inspectores turcos. En un episodio en el que Walid está en su compartimento con Souhaire, irrumpen los inspectores turcos para chequear sus pasaportes. Souhaire tiene el pasaporte en su compartimento pero los inspectores lo ignoran. Sus cuerpos transpiran tensión, cuando, con la complicidad de un inspector del tren, logran superar la situación. Luego, risas y chistes de alivio. Postal de jóvenes aventureros y desafiantes. A estas escenas se intercalan rostros mudos y silenciosos, habitantes de delicados momentos en los cuales la pareja se descubre a sí misma. Conforme el tren se acerca a la conservadora Teherán, las exigencias aumentan y, junto con ellas se manifiestan rasgos de desgano e impotencia en el interior de los personajes, extendiéndose hasta el final del film. Las exigencias que en principio eran motivo de chistes y juegos, ahora se revelan como portadoras de un destino ineludible.
 
Walid y Souhaire son héroes de lo pasajero: el taxi y el tren no son más que escondites que mutan, espacios transitorios y efímeros, que contienen un romance destinado a la interrupción. Sería un error reducir Round Trip al relato de un romance sirio. Al contrario, la historia de amor entre Walid y Souhaire traspasa las fronteras de lo árabe: contiene en realidad a todos las historias de amor, todos podemos ser Walid y Souhaire. 
 
Carolina Romano
   




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CLARITA DIDEROT dice:

Tu crìtica despierta en mì el deseo de ver la pelìcula.
Muchas gracias!!!!!!

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