En Roma, durante el verano, nobles decadentes, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, arribistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella, escritor de 65 años que escribió un solo libro, dominado por la indolencia y el hastío.
“Las películas generalmente dialogan con otras películas”. Partiendo de esta conocida frase, en este caso no podemos no recordar dos joyas como son La Dolce Vita y Otto e Mezzo, dirigidas por el maestro Federico Fellini. Aquel Marcello Mastroianni fue indudablemente muy recordado por el director de esta cinta, Paolo Sorrentino.
De igual manera que las películas antes mencionadas, este film se estructura de forma episódica, con ciertos personajes surreales (algunos tiernamente circenses), y con pinceladas de un realismo mágico “alla Fellini”. Todo lo anterior, desde un enfoque perteneciente a un nuevo e interesante cine italiano, que retrata una Italia que está cambiando, en sintonía por momentos con películas como Io sono l’amore de Luca Guadagnino (película que quien escribe recomienda especialmente).
Esta cinta no solo rinde tributo a un actor y a un director. La fastuosa y hedonista ciudad de Rómulo y Remo reclama su protagonismo en las visuales, frutos romanos ofrecidos por el director de fotografía, Luca Bigazzi. El diseño de sonido sorprende gratamente con un amplio y colorido abanico sonoro.
“He buscado la ‘Grande Bellezza’ pero no la he encontrado” responde Jep a la monja. Quien sí parece saber del asunto es el director napolitano, que ha recibido numerosos y merecidos reconocimientos por una cinta a la vez atractiva y sustancial, que tiene mucho de lo que uno espera de una buena película, y que además homenajea a Fellini, a Roma y en última instancia a la “Bella Italia” que los argentinos llevamos en nuestros corazones y que tantas alegrías le ha dado a Argentina y al mundo (y evidentemente puede seguir dando).
Jep, en su travesía romana, fluye como fluye la vida, como fluye un río. Ese río Tíber que nos regala Sorrentino y que atraviesa el cierre de la película fluye “Bello y feroz, como el mundo de los hombres”.
La ciudad eterna está a salvo. Los italianos todavía viven con poesía. Bellezza.
Javier Campo
* Esta modesta reseña está dedicada a mi amigo italiano y redactor estrella: Lorenzo Barone.
MATÍAS dice:
Muchos me hablaron de esta peli y ahora me dieron más ganas de verla.
DAMIAN GALIANO dice:
Muy bueno el comentario, no solo completo sino que con sutiles pinceladas te pone en una perspectiva excelente ante de mirar la peli…
TUKK dice:
Coincido plenamente! Gran reseña!
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