BAFICI 2014. Mary está en su último año de colegio. Su graduación a sólo meses, se enfrenta a cambios repentinos en su vida, sus relaciones amorosas y de amistad. Ella lucha por encontrar el sentido de la vida que se vuelve fuera de control.
La intimidad traducida en 140 caracteres
El director tailandés Nawapol Thamrongrattanarit construye su film a partir de 410 tuits consecutivos de una adolescente anónima. De esta manera logra trasladar el hábito tecnológico de las redes sociales al lenguaje cinematográfico: un relato elíptico, azaroso, y fragmentado, un conjunto de piezas inconexas de un tiempo siempre presente.
Mary es nuestra protagonista. Tiene diecisiete años y está en su último año de colegio secundario, lugar donde además le toca dormir. Desde que la conocemos, no nos despegamos de ella. Mary pasa la mayor parte de su tiempo con Sully, su compañera de cuarto y de aventuras. Juntas, editan el anuario del colegio. Al mismo tiempo que la tarea del anuario la motiva, se entristece al saber que Sully se irá a estudiar a una universidad en el extranjero. Por otro lado, se ilusiona con un chico que conoce en una estación de tren. Cada fragmento del film es una confesión propia del universo adolescente: relatos de impulsos y anhelos, angustias y fracasos, en el contexto escolar y a través de los tiempos twitter. Un diario íntimo en forma de tuits.
Además, las imágenes están salpicadas con los breves textos que las inspiraron. Al principio cuesta acostumbrarse al ritmo que obliga a leer la imagen y los textos casi frenéticamente, pero de alguna manera el espectador comprende que es la manera más fiel de conectarse con el film: empapándose de aquel lenguaje que exige ser asimilado con brevedad.
Con una imagen y un tono por momentos hipnótico, las historias se enmarcan alrededor de un humor absurdo, moviéndose entre lo posible y lo inverosímil. Mary tiene un celular que le explota en su oreja, motivo por el que deben vendarle la oreja a cada rato. En los exámenes del colegio, los alumnos deben contestar preguntas acerca de su director, egocéntrico personaje configurado partir de la ausencia, ya que nunca le vemos la cara. El humor no sólo se construye desde lo absurdo, sino también a partir de la repetición. Una repetición que es fresca, sincera y graciosa, la primera mitad del film. Después, la repetición, se repite demasiado. La forma y el tono que moldeaban la textura del film, ahora lo disuelven. La película se estira. Los espacios y las circunstancias se reiteran, estancando a los personajes y sus transformaciones. El ritmo y la innovadora forma del film se agota: el extenso contenido del film ya no es funcional a una forma, a un lenguaje, que exige brevedad.
A pesar de su extensión, en ningún momento dejamos de compenetrarnos con Mary, el personaje que compone la joven actriz Patcha Poonpiriya. Mary es alegre, tierna y curiosa. Maldecimos sus fracasos y nos reímos con sus espontáneos relatos escolares. No estamos sino delante de una tragicomedia, delante de las confesiones de una antiheroína moderna.
Carolina Romano
PAOLO BETTEGA dice:
Excelente crítica!!!! Vi la película y es tal cual !!!! Felicitaciones y sigan así
CAROLINA dice:
Gracias Paolo!
CLARITA DIDEROT dice:
Buenisimo!!!!! Te felicito
Clarita
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