Camino a la Redención
Fecha de publicación: febrero 7, 2010
Comentario
Sylvia (Charlize Theron) es una bella gerente de restaurante cuyo comportamiento amable, a la vez que profesional, enmascara un tormentoso pasado al que se tiene que enfrentar cuando la visita un extraño desde México. Sylvia se lanza a un viaje por el tiempo y el espacio en el que se conectan unos personajes que luchan por ser felices en sus relaciones…
The Burning Plain: Arriaga y la lógica del fragmento
Una moza (Theron), gris y lluviosa como la Portland en la que se encuentra, descarga su depresión acostándose con los hombres con los que se cruza, evitando hacer cuentas con su pasado. Una familia gringa de la frontera Mexico-Usa, es destruída cuando ella (Basinger) decide tener un affaire pasional con otro hombre casado. En el mismo espacio limítrofe, dos adolescentes deciden jugar con fuego al vivir un romance prohibido. Un padre, piloto fumigador, sufre un accidente aéreo que obliga a su hija a salir en busca de la madre. Las cuatro lineas, identificables como cuentos de agua, tierra, fuego y aire, comienzan a deslizar fragmentariamente como sintagmas de mundos opuestos. Se interconectarán de a poco, hasta formar una gran historia de la frontera, que une tres generaciones y las marca con indelebles recuerdos del eros y thanatos.
Luego de “Amores perros” y “21 gramos”, entre otras, Guillermo Arriaga (aquí director y guionista) vuelve a entrelazar ábilmente historias de amor, pasión y muerte. Pero más allá de la gran confección y el cierre generacional casi perfecto, la posición es declaradamente moralista: la felicidad no está nunca en la pasión extrema, del amor prohibido o la infidelidad; tal vez la vuelta al órden pueda existir sólo en la mirada esperanzada de una nena que ve a su familia reunirse nuevamente. Tomadas singularmente las historias particulares no dicen nada nuevo, pero lo dicen con una gran carga emotiva y los personajes brillan en sus varios matices sin permanecer nunca en lo esquemático.
Los temas son muchos: el entrecruzamiento de dos realidades en la frontera, infidelidades que acarrean la inevitable destrucción del núcleo familiar, la pasión prohibida entre jóvenes (con un guiño evidente a Romeo & Julieta), la elaboración del duelo, el sentido de culpa, el sexo, la inefable interconexión de las personas a través de generaciones. Arriaga teje sus hilos de manera admirable, y es cuidadoso en cada particular: desde la magistral oposición temático-fotográfica entre la ciudad húmeda y fría contra el desierto polvoriento y árido, hasta la excelente prueba de todos los actores, en particular una Kim Basinger que no se inhibe al mostrar un cuerpo que ya no es más el de “Nueve semanas y ½” y resulta muy adecuada para el papel que interpreta.
Pero lo más memorable, a fin de cuentas, es la asombrosa mirada sobre una frontera ya no analizada como teatro de guerra y violencia, sino como zona blanca donde se entrecruzan vidas y brotan insólitas posibilidades para el amor. Es el reino del encuentro y el desencuentro, que servirá de cuadro para la tragedia, pero que volverá a reunir a los individuos en un tiempo cíclico como el viento desértico que los enmarca.
Lorenzo Barone
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