La Edad de la Inocencia

Categoría: Críticas
Fecha de publicación: febrero 11, 2010
Comentario

Newland Archer es una caballero de la alta sociedad neoyorkina del siglo XIX prometido con May Welland, una joven de su misma clase social. Pero todo cambiará cuando conozca a la poco convencional prima de May, la condesa Olenska.

En la Nueva York aristocrática de finales del 1800, en la que el matrimonio se erguia como una institución indiscutible y –en caso de fracaso– condición de vergüenza social, Newland Archer (Day Lewis) está por casarse con su prometida May Welland (Ryder). Su vida pasa a través de mansiones opulentas, cenas y reuniones, intereses culturales y toda una serie de costumbres nobles a las que hay que atenerse. En medio de toda una monótona respetabilidad, irrumpe en su vida Ellen Olenska (Pfeiffer), prima de su prometida y mal vista por la nobleza por estar escandalosamente separada de su marido. La bella y extravagante madame Olenska apasionará a Archer, que se sentirá tentado por la transgresión en medio de un panorama anticonformista, lleno de prejuicios y convenciones.
 
Uno de los mejores films de los años ’90, década que no nos acostumbró particularmente a obras maestras como ésta. Scorsese busca una dirección melodramática y manierística, siempre acompañada por una sinfonía de época que no está pero que se percibe. Adaptado de la novela homónima de Edith Wharton (1920), en primer lugar sorprenden las escenografías: los interiores son construídos con una cura del detalle digna del mejor Visconti, elegantes trajes, decorados, mesadas lujosas con platos y cubiertos que harían enloquecer cualquier coleccionista de época. El film se funde en esos extraordinarios ambientes victorianos, y la cámara hasta frena su narración para admirar de vez en cuando las ostentosas mesas, los cuadros paisajísticos o muebles elegantes y refinados.
 
La historia, en cambio, es feroz y excava en las profundidades de una sociedad completamente basada en el rol social y las reglas de comportamiento. Una persona es como se muestra ante los demás, y al respecto conmueve particularmente el personaje de Olenska, que sufre el chusmerío de la entera sociedad, a pesar de la ayuda de Archer. La pasión entre ambos no logrará brotar justamente a causa de los usos y costumbres de este constructo social falso e hipócrita.
 
A pesar de una caída de ritmo que se manifiesta hacia la segunda parte del film, el juego de relaciones entre los personajes es admirable y transcurre todo entre tensiones, sensualidades, dudas y sentidos de culpa. Excelente el trabajo de esos tres monstruos protagonistas, en particular de un Day-Lewis que da lo mejor de sí y completa una performance impecable. Adecuada y austera la voz en off de Joanne Woodward.
 
Lorenzo Barone




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