Gran Torino
Fecha de publicación: febrero 11, 2010
Comentario
Walt Kowalski es un veterano de la Guerra de Corea inflexible y con una voluntad de hierro que vive en un mundo en perpetua evolución, que se ve obligado por sus vecinos inmigrantes a enfrentarse a sus antiguos prejuicios.
La vida del anciano Walter Kowalski, solitario, brusco y racista, comienza a dar una vuelta de tuerca luego de la muerte de su esposa. Su mala relación con los hijos y la Iglesia lo obliga a autoencerrarse en su casa, condenado a terminar olvidado en el desprecio hacia su alrededor y el constante recuerdo de la guerra de Corea. De repente irrumpe en su rutina Thao, su vecino de etnía hmong, al que encuentra a punto de robarle su prestigioso auto Ford Torino: de a poco entre ellos nacerá una amistad que le devolverá a Walt un sentido del vivir.
Clint Eastwood vuelve a mostrarse en gran forma con una narración sencilla y humana que marca la posibilidad de cambio en un hombre obtuso y desilusionado por la vida. Salvando el final previsible, es interesante observar la construcción del mundo privado de un hombre, que recorre sus últimos días respirando hostilidad alrededor suyo, hasta el encuentro con esos “vecinos diferentes”, que él no tolera pero con los que de a poco llegará a abrirse. Thao es la esperanza en los ojos de Walt, la vuelta a un interés concreto y la posibilidad de un final heróico y altruista.
El personaje de Walt es una copia de los que Eastwood ya nos tuvo acostumbrados en sus otros films, en especial en aquel “Million Dollar Baby”, en el que la evolución del cinismo a los sentimientos humanos se da exactamente de la misma manera. Pero lo que sorprende en particular es el modo de interpretarlo, aspecto que se lleva los méritos dentro de la fuerza del film. Al observar a este gran intérprete, resulta absolutamente increíble pensar que él sea el mismo actor que aquel pistolero de los films de Sergio Leone, en los que (decía alguien) “tenía dos expresiones: con sombrero y sin sombrero”.
El viejo Clint encarna aquí un personaje memorable que nos queda grabado en toda su impulsividad, dureza y sarcasmo hasta el sacrificio final. Es la prueba de cómo alguien, “que conoce más la muerte que la vida”, tiene siempre el poder de cambiar y revertirse para una buena causa. Realmente inexplicable su exclusión de la candidatura al Oscar.
Lorenzo Barone
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