Comentario
En los últimos tiempos de la civilización maya, un hombre se ve arrastrado en un viaje hacia un mundo dominado por el miedo y la opresión. Gracias a un giro del destino y estimulado por el amor a su mujer y su familia, este hombre realizará lo imposible por regresar a su hogar y finalmente, salvar su existencia.
Durante el final de la civilización Maya, un jóven cazador es atrapado por una poderosa tribu cercana, y se encuentra obligado a abandonar en un pozo a la mujer embarazada y su hijo pequeño. Capturado como esclavo, asistirá al exterminio de su gente y buscará cualquier forma de volver para salvar a su familia, irrumpiendo en la peligrosa selva perseguido por varios guerreros sedientos de sangre.
Film enteramente actuado por actores no profesionales y nativos centroamericanos, lo primero que llama la atención es que los personajes hablen en idioma maya yucateco. De Gibson podíamos esperarlo (recordamos todos el arameo de “La Pasión de Cristo”), y al final resulta una elección riesgosa pero lograda, en un film en el que de todos modos los personajes hablan bastante poco. Pero este cuidado por un excesivo documentarísmo lingüístico se extingue cuando vemos de qué se trata el film: la misma lucha de siempre del héroe solitario contra el mundo salvaje, el choque final y la consecuente venganza. Si pensamos que estamos ante una puntual búsqueda histórica nos equivocamos: en el momento de la llegada de los conquistadores la civilización Maya ya se había extinguido, y ante una de las culturas más misteriosas y evolucionadas del planeta (el conocimiento de la astronomía, los secretos de la agricultura, la profunda filosofía, la matemática) lo único que se ilustra son cazadores bárbaros que luchan mano a mano contra una tribu aún más violenta que ellos.
La trama, por lo tanto, es banal, pero no podemos negar que Gibson la filme extremadamente bien. La secuencia de montaje de la persecución en la selva es digna de los mejores laureles y hay algunas tomas interesantes como la del sacrificio, con los hombres pintados de azul que entran en la caverna y ven la representación de sí mismos siendo sacrificados (entendiendo todo lo que les espera). Es escalofriante además la panorámica final a 360°, en la que el protagonista recorre el mar y observa por primera vez los barcos europeos en la orilla.
Pero son más malas que buenas. Arrancando por la discutible ideología del film: la frase inicial y didascálica, “una gran civilización no es destruída desde afuera hasta que no se destruye a sí misma por dentro”, denota una implícita posición políticamente incorrecta, o bien que la crueldad y la barbarie de los indígenas fue la causa de su propio fin y no la llegada de los “católicos” europeos que comenzaron un proceso de civilización, o en todo caso no hicieron nada más que acelerar una violencia y devastación que ya estaba en acto allí.
Film agradable en su rítmo y fotografía, e irritante por su superficialidad, golpes bajos y espectacularización del indio. El buen comienzo intimista se va arruinando con la construcción de una trama poco original y absolutamente predefinida por su género, llena de clichés decepcionantes (las violaciones, el eclipse que salva a último segundo, el típico salto desde arriba de la cascada, la gota de sangre de la víctima que cae desde su escondite sobre quién lo busca, etc).
Absolutamente improbables algunas escenas: el protagonista que resiste a cada golpe como un Rambo llegado desde otro universo verosímil, que corre a lo Usain Bolt (no cualquiera escapa de un jaguar con un flechazo en el higado), el parto de la mujer abajo del agua, un pozo profundo que en pocos segundos es inundado por una simple lluvia y, como si faltara algo, sacrificios humanos con máscaras orientales. El indígena azul que corre en medio de la selva bucólica, sin embargo, pudo haber influenciado como imagen al más reciente “Avatar” de James Cameron.
Lorenzo Barone
FEDERICO dice:
Esta es, por lejos, la mejor crítica que leí sobre Apocalypto.
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