Maggie, viuda cincuentona londinense, tiene una urgente necesidad de encontrar dinero para su nieto enfermo, que padece un mal raro que sólo puede curarse en Australia. Para pagar el viaje, se encuentra obligada a aceptar el trabajo en un Sex Club, donde le pagarán bastante por sentarse detrás de unas paredes, y realizar performances sexuales únicamente con sus manos, masturbando clientes a través de un hueco.

 

Sam Garbarski realiza un film crudo y sin sentimentalismos baratos, en el que se describe cómo a través del contacto con un ambiente humillante y bajo, la mujer encontrará su libertad contra las convenciones pequeñoburguesas y la posibilidad (que justifica cualquier medio) de salvar a su nieto.

 

Una mirada a Ken Loach por un lado y a “Paris-Texas” de Wenders por otro, Irina Palm no es un film vulgar como su sinópsis parecería sugerir, sino triste y trágicamente real, en el que el personaje magníficamente interpretado por Marianne Faithfull (ex compañera de Mick Jagger e ícono de belleza de la Swinging London de los ’68) logra mostrar toda su rabia interna, y al mismo tiempo su determinación, al aceptar cumplir un acto obligado por una sociedad sádica e hipócrita que para obtener dinero rápido no deja otra salida que no sea la de la prostitución.

 

Si el amor de abuela logra llevarse hasta el extremo, es muy logrado también el personaje de Miki (Manojlovic), actor serbio de Kusturica que, en el papel del propietario del local porno, logra persuadir a Maggie y acercarla al mismo tiempo emotivamente a él. Irina Palm es el malicioso nombre de arte que la Faithfull tiene en el local.