Comentario
Durante la ocupación alemana de Francia, Shoshanna consigue escapar a la ejecución por parte de los nazis y huye a París. El teniente Raine organiza un grupo de soldados conocidos como “The Basterds” que se unen a la actriz alemana Bridget Von Hammersmark con el fin de hacer caer a los líderes del Tercer Reich.
Mientras la judía Shoshanna huye de los nazis que asesinaron a toda su familia en Francia, en otra parte de Europa el teniente Aldo Raine y su equipo especial de “bastardos” se distribuyen como perros sueltos cuyo único objetivo es asesinar nazis y quitarles el cuero cabelludo una vez muertos. Hasta que, por casualidad, en el nuevo cine de Shoshanna (que reconstruyó su vida como proyeccionista) descubren que Goebbels y Hitler asistirán a la misma avant-prèmiere y buscarán tenderles una emboscada.
Dos horas 40 de film para esta nueva parada tarantiniana. Historias sueltas de la Segunda Guerra Mundial, divididas en capítulos a modo de novela y repartidas entre la acción exasperada y el diálogo. Se crea una suerte de clima paródico que nos divierte sin escandalizarnos. Pastiche, mezcla de géneros y de elementos, así como voluntariamente lleno de estereotipos exagerados, es un film cinéfilo que cita textualmente ochenta mil imágenes del cine de género, y de personajes de la historia del séptimo arte que tanto influenciaron la estética tarantiniana.
No debemos buscar la correlación con la historia, y por lo tanto hurgar en las contradicciones o poner en evidencia las falacias narrativas, que han perturbado a muchos críticos. Tarantino muestra su pasión por el cine y busca acercar al film más hacia el comic que respetar leyes de cualquier género, incluso el de parodias. Se salta del western al film de guerra, de la comedia al melodrama, y así sucesivamente. Llegamos a la conclusión de que el verdadero género, si se quiere, es la increíble creatividad de un director de lo recargado, entre el Pulp y el Patchwork, que puede no gustar e incluso parecer insoportable, pero que indudablemente revitaliza aquí su picante acidez, postmoderna hasta el último fotograma e hipersaturada en su estilo, ritmo y diálogos.
Se podría decir “pura locura”, ya que con coraje y divertida radicalidad se quiebra la historia oficial para ficcionalizar un tema delicado como el del final de la Segunda Guerra. O tal vez sólo un “puro cine”, como diría Tarantino, o bien la utilización del espacio en el que todo está permitido, en el que la representación puede pasar de lo excesivo y sobrecargado a la finesse, porque los extremos se tocan, y ni hablar en los rubros técnicos. Majestuosa la dirección de actores, que desde el guión nos presenta personajes realmente memorables. La joven Shoshanna (Mélanie Laurent), cuya familia es literalmente exterminada por el sanguinario pero intrigante “Cazador de judíos” Hans Landa (Cristoph Waltz, oscar y gran sorpresa actoral). Aldo Raine (Brad Pitt), jefe de los bastardos y planificador de la “Operación Kino” casi a la manera de un Kill-Hitler, que busca asesinar además la mayor cantidad de nazis y tiene una obsesión por el cuero cabelludo y marcarles a sangre la esvástica con una navaja en la frente. En paralelo, una lista de impecables Basterds: desde el mítico “Oso Judío” (Eli Roth), que le rompe la cabeza a los soldados nazis con su bate de baseball y grita como si estuviese en un partido de los Red Sox, el sádico e insufrible justiciero alemán Hugo Stiglitz (Till Schweiger), que hacía la resistencia desde adentro antes de ser “contratado” por Raine, hasta llegar a la fría y bella espía/actriz alemana Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger).
Con mucho de Roger Corman y Aldrich, la “Operación Kino” de Raine & Co. terminará asesinando al mismísimo Führer en una sala parisina de cine, en la que se encuentran casualmente todos los pavos reales nazis. Pero no sin antes realizar un collage de ametralladas verbales y textuales y despellejamientos con un clima propio del gangster movie, entre increíbles diálogos fingiéndose soldados alemanes o actores italianos (excelente la escena en la que “reman” una conversación en siciliano con el poliglota Landa) e intentos de incendio con la heroína Shoshanna que se pinta las mejillas como un guerrero indio. “Hago lo que quiero”, dice Quentin, y llega hasta el punto de “desgramatizar” el título original del film que nace de una cita a la homónima película de Enzo Castellari.
¿Cine de puro entretenimiento? ¿Film de autor y de citas? Por ahora cerremos el discurso diciendo que es un film memorable por su ritmo, música y estilización, arrastrado por la pasión cinéfila de este enfant terrible del Tennessee, que no se plantea problemas ideológicos e historiográficos, y una vez más deja boquiabiertos a todos los que tienen mucho que discutirle. Quentin Tarantino is a basterd.
Lorenzo Barone
ING. ALEJANDRO VENTURINSKY dice:
Anexaría un solo comentario al análisis sobre la película: Creo que la división por capítulos, si bien se podría considerar una pseudo marca autoral (escribo “pseudo” porque ya la han utilizado a lo largo de la historia del cine), me resulta demasiado forzosa. Fuera de eso, creo que es una obra maestra. Muy buena la página. Saludos
LORENZO dice:
Muy cierto lo que decís, hiciste bien en aclararlo! Gracias Ale!
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