Comentario
Adaptación expresionista del “Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, retoma la historia del médico londinense que, en época victoriana, se siente tentado por el deseo de librar la tendencia del mal que está en escondida en cada uno.
El cordial y burgués Dr. Warren (un gran Conrad Veidt), al ingresar en la tienda de antigüedades de un periférico barrio londinense, se topa con una estatua misteriosa y queda fascinado. El busto refleja las dos caras del dios romano Janus: una noble y otra diabólica. La estatua creará en él una extraña influencia, empujándolo hacia una obsesión que lo convertirá en el monstruoso Mr. O’Connor (también Veidt). Las transformaciones se harán cada vez más insistentes y repentinas, arrastrando al Dr. Warren a cometer una serie de crímenes que ya no podrá controlar.
Obra maestra del expresionismo alemán, y una de las primeras películas del gran Friedrich Wilhelm Murnau. Inspirada en la famosa novela de Robert L. Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” (aunque el personaje principal se alterne en Warren/O’Connor), el film tuvo un rol importante en el desarrollo de la carrera de Murnau, sobre todo teniendo en cuenta el tema del doble, que se reelabora con estímulos expresionistas y psicoanalíticos propios de la época.
Debido al momento histórico y la posición de Alemania en los ’20, el guión del famoso escritor Hans Janowitz (junto con Carl Mayer autor también de “El Gabinete del Doctor Caligari”) no preveía sin embargo el pago del derecho de autor, y así posteriormente los negativos de la obra fueron buscados y destruidos, y los restantes se quemaron en numerosos incendios de los estudios UFA. Así el film, lamentablemente, está perdido y sólo se puede acceder a algunas fotos del mismo y a su guión, encontrado entre polvorientos archivos de la cinemateca sueca.
Es un film importante en la historia del cine ya que se hubiera recortado un espacio en el podio de las pocas obras puramente expresionistas, junto al mismísimo “Gabinete del Dr Caligari” (Robert Wiene), “Von Morgens bis Mitternacht” (Kart Heinz Martin) y “El hombre de las figuras de cera” (Paul Leni). La excelente fotografía de Freund y Hoffmann hubiera asegurado esa atmósfera pérfida, hecha de perspectivas distorsionadas y estatuas cuneiformes de muecas crueles. Además, en la lectura de su guión, una nota al pie nos lleva a reflexionar acerca de lo que tal vez haya sido el primer travelling de la historia cinematográfica: Hans Janowitz escribe al margen, cuando se indica que Warren sube las escaleras hacia el laboratorio, “la cámara lo sigue hasta la cima”.
Sin embargo, nos resulta imposible verificar estas hipótesis, así como tampoco tenemos pruebas cristalinas acerca de la presencia en el cast de un joven Bela Lugosi (que supuestamente interpretaría la parte de un mayordomo). En cambio, sabemos casi con certeza que Conrad Veidt, el sonámbulo de Caligari y el horroroso Gwynplaine en “The man who laughs”, parece alcanzar aquí una actuación memorable, con pesado maquillaje expresionista y la categorización del salvajismo primordial y dionisíaco del hombre-monstruo, opuesto a la hipocresía y la respetabilidad del burgués de instintos castrados, tan inhumano como el primero.
Distribuido en Alemania con el subtítulo “Una tragedia al borde de la realidad” (Eine tragodie am rand der wirklichkeit), la traducción literal del título original sería en cambio “La Cabeza de Jano”, y hace referencia a la estatua que parece operar como una suerte de mudo testigo de los acontecimientos.
Lorenzo Barone
CECI dice:
wooowwww me encanto!
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