Bafici: Celda 211

Categoría: Críticas
Fecha de publicación: abril 15, 2010
Comentario

Primer día de Juan como funcionario de prisiones de una cárcel sevillana. Mientras sus jefes le enseñan su nuevo trabajo, estalla un motín. Juan caerá inconsciente en la celda 211 y, cuando despierte, se se hará pasar por uno de los presos para poder resistirles.

El día que Juan Oliver comienza su nuevo trabajo en un penitenciario de máxima seguridad, surge una revuelta interna liderada por el carismático Malamadre, que toma a Juan por uno de los tantos presos y lo involucrará en la organización del motín.
 
Si uno espera encontrarse con los ritmos y la estética del cine independiente, se sorprenderá al caer frente a un film clásico y taquillero, una suerte de Hollywood hablado en español, que arrasó en los Goya y ahora irrumpe en este festival de manera imponente. Frenético en su forma y velocidad, el film mantiene una estructura que deja al espectador boquiabierto y pegado a la pantalla hasta el final. Pero no es toda catarsis superficial.
 
Basada en una historia en parte real, la trama se va desenvolviendo en el espacio cerrado de esta realidad carcelaria, en la que Malamadre coordina su revolución y asistimos de a poco a la transformación de Juan que de trabajador ingenuo pasa a entablar amistad con los presos y compartir los ideales del motín.
 
Partiendo de un excelente guión en cuanto a clima y ritmos, se analiza una temática bastante vista como la del héroe correcto que de un día a otro se rebela a su pasado, abre los ojos y pasa a identificarse con el anti-sistema. Desde Metrópolis hasta Avatar, el salto del protagonista de su rutina habitual a tomar partido por la ideología opuesta ya no logra decirnos nada nuevo. Pero la forma de involucrarnos en este mundo sepia y claustrofóbico, en el que cambia la identificación común a policías (malos) y criminales (buenos), es realmente notable. Esto también gracias a un cast impecable con actores siempre en su parte y encuadres bastante estudiados.
 
El film, sin embargo, sufre también banalidades propias del género: a partir de los inútiles flashbacks que ilustran la vida pasada de Juan y su mujer embarazada, hasta llegar a momentos inverosímiles de la trama (muchas veces el doble juego de Juan ya no se sostiene, pero los personajes que lo rodean parecen no notarlo).
 
De todos modos, imposible no salir satisfechos del cine, luego de haber recorrido los tétricos corredores de la cárcel española, en un camino hacia la destrucción moral y física, entre rostros pesadillescos excavados por la rabia y la injusticia y espacios devastados por la precariedad y desolación. Merece una mención especial el gallego Luis Tosar, que interpreta el rol del inolvidable Malamadre.
 
Lorenzo Barone




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